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Job 21

Job 21 (RV60) -Job afirma que los malos prosperan.

1 Entonces respondió Job, y dijo:
2 Oíd atentamente mi palabra,
Y sea esto el consuelo que me deis.
3 Toleradme, y yo hablaré;
Y después que haya hablado, escarneced.
4 ¿Acaso me quejo yo de algún hombre?
¿Y por qué no se ha de angustiar mi espíritu?
5 Miradme, y espantaos,
Y poned la mano sobre la boca.
6 Aun yo mismo, cuando me acuerdo, me asombro,
Y el temblor estremece mi carne.
7 ¿Por qué viven los impíos,
Y se envejecen, y aun crecen en riquezas?
8 Su descendencia se robustece a su vista,
Y sus renuevos están delante de sus ojos.
9 Sus casas están a salvo de temor,
Ni viene azote de Dios sobre ellos.
10 Sus toros engendran, y no fallan;
Paren sus vacas, y no malogran su cría.
11 Salen sus pequeñuelos como manada,
Y sus hijos andan saltando.
12 Al son de tamboril y de cítara saltan,
Y se regocijan al son de la flauta.
13 Pasan sus días en prosperidad,
Y en paz descienden al Seol.
14 Dicen, pues, a Dios: Apártate de nosotros,
Porque no queremos el conocimiento de tus caminos.
15 ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos?
¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él?
16 He aquí que su bien no está en mano de ellos;
El consejo de los impíos lejos esté de mí.
17 ¡Oh, cuántas veces la lámpara de los impíos es apagada,
Y viene sobre ellos su quebranto,
Y Dios en su ira les reparte dolores!
18 Serán como la paja delante del viento,
Y como el tamo que arrebata el torbellino.
19 Dios guardará para los hijos de ellos su violencia;
Le dará su pago, para que conozca.
20 Verán sus ojos su quebranto,
Y beberá de la ira del Todopoderoso.
21 Porque ¿qué deleite tendrá él de su casa después de sí,
Siendo cortado el número de sus meses?
22 ¿Enseñará alguien a Dios sabiduría,
Juzgando él a los que están elevados?
23 Este morirá en el vigor de su hermosura, todo quieto y pacífico;
24 Sus vasijas estarán llenas de leche,
Y sus huesos serán regados de tuétano.
25 Y este otro morirá en amargura de ánimo,
Y sin haber comido jamás con gusto.
26 Igualmente yacerán ellos en el polvo,
Y gusanos los cubrirán.
27 He aquí, yo conozco vuestros pensamientos,
Y las imaginaciones que contra mí forjáis.
28 Porque decís: ¿Qué hay de la casa del príncipe,
Y qué de la tienda de las moradas de los impíos?
29 ¿No habéis preguntado a los que pasan por los caminos,
Y no habéis conocido su respuesta,
30 Que el malo es preservado en el día de la destrucción?
Guardado será en el día de la ira.
31 ¿Quién le denunciará en su cara su camino?
Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?
32 Porque llevado será a los sepulcros,
Y sobre su túmulo estarán velando.
33 Los terrones del valle le serán dulces;
Tras de él será llevado todo hombre,
Y antes de él han ido innumerables.
34 ¿Cómo, pues, me consoláis en vano,
Viniendo a parar vuestras respuestas en falacia?

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Comentario a Job 21

Fuente: «Comentario Exegético-Devocional A Toda La Biblia.» Libros poéticos – Job -Tomo-2. Editorial CLIE.

 

Respuesta de Job al segundo discurso de Sofar, en la que se queja de su aflicción menos que en los anteriores discursos y se acerca más al centro de la cuestión en disputa: si los malvados pueden o no prosperar, y los íntegros ser afligidos.

I. Comienza por exhortar a sus amigos a que tengan paciencia con él y le muestren compasión (vv. 1-6).

II. Su discurso tiene por objetivo hacer que rectifiquen sus equivocaciones:

1. Describe la gran prosperidad de muchos impíos (vv. 7-13).

2. Muestra la gran maldad de muchos de ellos, en la que se endurecen precisamente por su prosperidad (vv. 14-16).

3. Predice la ruina en que han de caer, pero después de un largo respiro (vv. 17-21).

4. Observa una gran variedad de procedimientos en la forma en que la Providencia trata a los hombres, incluso a los peores (vv. 22-26).

5. Ataca al fundamento mismo de las censuras que sus amigos le dirigían, mostrándoles que, en este mundo, los malvados escapan con frecuencia de todo castigo hasta la hora de su muerte (vv. 27-34).

Versículos 1-6

Job se encomienda ahora a la compasiva consideración de sus amigos. Mansamente les pide que tengan paciencia para escucharle (v. 3), pues va a quejarse de nuevo. Si no tienen otro consuelo que ofrecerle, que sea éste al menos el consuelo que le den (v. 2). Después que él haya hablado, tienen permiso para escarnecerle (v. 3b). Como diciendo: «Cuando yo haya hablado, podéis continuar con vuestras burlas y censuras, que no os interrumpiré. Si me prestáis atención, espero haceros cambiar de opinión respecto de mí y que me tengáis compasión en lugar de burlaros de mí ¿Acaso me quejo yo de algún hombre? (v. 4). Mi queja va a Dios y a él apelo. Que él juzgue entre vosotros y yo».

No era un caso ordinario el suyo, no, sino algo que debería llenar de espanto a todo el que lo viese o lo oyese (v. 5), pues él mismo tiembla y se horroriza de su propia experiencia (v. 6), especialmente cuando compara su actual condición con la anterior prosperidad de la que había disfrutado por largos años.

Versículos 7-16

Los tres amigos de Job, en la segunda serie de sus discursos, se habían extendido considerablemente en describir la miserable condición del malvado en este mundo. «Es cierto», viene a decir Job, «que algunas veces caen sobre los malvados impresionantes castigos, pero no siempre, pues hay muchos casos en que los mayores impíos gozan de grande y prolongada prosperidad; aun cuando se endurecen en la maldad por su prosperidad, con todo se les permite continuar prosperando».

1. Describe su prosperidad en cuanto a su altura, su anchura y su largura. Viven sin ser cortados súbitamente por los golpes de la divina venganza. No sólo viven, sino que viven en gran prosperidad (1 S. 25:2 y ss.). En esa prosperidad llegan a envejecer (v. 7). Sus hijos crecen robustos en presencia suya (v. 8). Sus casas están a salvo de peligros y aun del temor a los peligros (v. 9). Sus ganados están sanos y son fecundos (v. 10). Su vida es una continua fiesta (vv. 11, 12). Y en esa prosperidad descienden al sepulcro (v. 13).

2. Muestra cómo abusan de su prosperidad hasta endurecerse en la maldad (vv. 14, 15). Dios les permite prosperar, lo que no ha de extrañar a nadie, pues el extravío de los ignorantes los matará al endurecerlos en el pecado (Pr. 1:32, comp. con Sal. 73:7-9). ¡Cuan a la ligera hablan de Dios estos malvados, como si la prosperidad de que gozan fuese motivo suficiente para prescindir de Dios y de la otra vida! El mundo es la porción que han escogido. Mamón es el dios al que sirven, y con eso se consideran felices; mientras tengan eso, pueden prescindir de Dios y de la religión. «Le dicen a Dios:… no queremos conocer tus caminos» (v. 14). Los dos grandes vínculos que nos atraen y nos sujetan en el ejercicio de la piedad son el deber y el interés. Los impíos no creen que su deber sea honrar a Dios (v. 15); «¿quién es el Todopoderoso para que le sirvamos?» Como si Shadday fuera un mero nombre, sin valor alguno, y ellos tan ricos y poderosos que no necesitan someterse a él. Como Israel en tiempos de Jeremías, le dicen a Dios: «Vagamos a nuestras anchas; nunca más vendremos a ti» (Jer. 2:31). Tampoco creen que la piedad tenga ningún interés para ellos (v. 15b): «¿De qué nos aprovechará que oremos a él?» ¿solo se ha de estimar como ganancia la riqueza de este mundo? Si obtenemos el favor de Dios y las bendiciones eternas y espirituales, no hay motivo para que nos quejemos de que perdemos algo por ser piadosos (v. 1 Ti. 6:6).

3. Muestra que son unos insensatos por la forma en que disponen de sus bienes (v. 16), como si fuesen dueños soberanos de ellos, siendo así que les vienen de manos de Dios, aun cuando ellos son muy ingratos y no quieren reconocerlo (sin embargo-nota del traductor- son muchos los exegetas modernos que traducen la primera parte de dicho versículo en forma interrogativa: «Mirad, ¿no está en manos de ellos su fortuna?». No cabe duda de que todo el contexto exige la interrogación aquí). La 2a parte del v. está clara: Job renuncia a toda participación en el consejo de los impíos: «Lejos esté de mi tener la mentalidad de ellos; lejos esté de mí participar en sus planes malvados. Sus descendientes aprueban sus dichos, aunque su camino es locura (Sal. 49:13), pero para mí hay mejores cosas que andar en consejo de malos (Sal. 1:1).»

Versículos 17-26

Job ha descrito la prosperidad de los impíos. Ahora:

1. Opone esto a lo que sus amigos han sostenido acerca de la ruina de los malvados en esta vida (v. 17): «Decidme: ¿Cuántas veces es apagada la lámpara de los impíos? ¿no veis cómo sigue ardiendo la mecha de ellos hasta el final, cuando se apaga por sí misma? ¿Cuándo viene sobre ellos su quebranto, etc ? ¿No veis cómo su prosperidad continúa hasta el final?».

2. Job sigue expresando lo mismo en los vv. 18-21, valiéndose de otras figuras familiares: ¿Son como la paja y el tamo que arrebata el torbellino? (v. 18, comp. con Sal. 1:4). ¿Guardará Dios el castigo para sus hijos? (v. 19) ¿Y qué le importa a él que su familia y su casa se hundan después que él haya muerto? Él, él, es el que debería recibir el pago y beber de la copa del furor de Dios (vv. 19b-21).

3. En este momento, Job intenta reconciliar estos hechos con la verdad indiscutible de un Dios infinitamente sabio y justo (vv. 22-26), pero la solución que él entrevé es meramente negativa: nadie puede enseñar a Dios sabiduría ni justicia, aunque no sepamos cómo explicarnos tantas anomalías. Gracias a Dios, nosotros conocemos que es tan grande la desproporción entre el tiempo y la eternidad que, siendo el infierno el destino final de los impíos, y el cielo el de los justos, poco importa si marchamos hacia la eternidad riendo o gimiendo.

Versículos 27-34

Job se encara directamente con sus amigos, quienes apoyados siempre en el principio de «la siembra y la siega», deducen que Job ha de ser forzosamente un hipócrita, cuando de tal manera es castigado por Dios.

1. Job declara que conoce bien lo que sus amigos piensan de él (v. 27), pues conoce el principio en que se basan (v. 28): «¿Qué queda de la casa del poderoso, etc? ¿Cómo está la casa de Job, y qué queda de la casa de su hijo primogénito, donde estaban todos sus hijos e hijas banqueteando?

Si se investigan las circunstancias de la ruina de la casa y de la familia de Job, pronto se ve que han corrido la misma suerte que las tiendas en que moraban los impíos».

2. Los hechos que Job presenta no se los ha inventado él, sino que son del dominio público (vv. 29 y ss.). Basta preguntar a los que han viajado por varios países. Ellos dirán (darán su testimonio, sus señales -como dice el hebreo) lo que ocurre con mucha frecuencia: los malvados no son alcanzados en el día de la ira (v. 30), ni reciben en vida el pago de sus malas acciones (v. 31); más aún, es llevado con gran pompa y acompañamiento al cementerio, y hasta dispondrá allá de un mausoleo, que perpetúe su memoria (vv. 32, 33): «Aquí yace don fulano de tal y tal, etc» con encomios en su lápida y flores sobre su tumba.

3. De todo ello deduce Job la impertinencia de los discursos de sus amigos (v. 34). En vano pretenden consolarle, cuando sus razones se basan en falacia, es decir, en una hipótesis falsa. Donde no hay verdad, poco consuelo puede esperarse.